Las primeras Vespas fueron fabricadas en la localidad italiana de Pontedera y presentadas en el Club de Golf de Roma en el año 1946. Fruto del tesón del empresario Enrico Piaggio y la inventiva del ingeniero aeronáutico Corradino D’Ascanio, aquellas unidades iniciales supusieron tan sólo el principio de un modelo cuya historia está ligada a la historia misma de la motocicleta.
La Vespa, la scooter por excelencia, se convirtió muy pronto en la moto del pueblo, rompiendo récords de ventas gracias a su precio asequible, su comodidad, su línea estética inconfundible -vespa significa avispa en italiano-, aquellos cambios manuales y el rugido de un motor de dos tiempos que resultaba cien por cien fiable.
Las Vespas triunfaron en Italia, pero también lo hicieron en otros países de Europa e incluso en EEUU. En España aparecieron en los años 50, dejando estampas inconfundibles de la época. Eras los tiempos del sidecar, el vehículo perfecto para viajar en familia.
Tal fue la importancia de la Vespa en España que en la fábrica madrileña se creó en 1968 un producto propio: la famosa Vespino.
¡Qué grande la Vespa! Me estoy acordando de la película «Roman Holiday» (1953), en la que Audrey Hepburn y Gregory Peck paseaban por Roma, la Ciudad Eterna, subidos en una Vespa.