Nos sonrojamos porque los vasos sanguíneos que irrigan el rostro se dilatan, permitiendo que aumente la cantidad de sangre que fluye por ellos. Las consecuencias son el inmediato color rojizo que adquiere la piel y el aumento de temperatura en la zona sonrojada. Pero, ¿cuáles son las causas que provocan el rubor o el sonrojo? Los científicos no se ponen de acuerdo sobre el mecanismo que estimula la dilatación de los vasos sanguíneos ante una situación vergonzosa.
Del mismo modo, continúa siendo una incógnita por qué los humanos somos los únicos animales que nos sonrojamos. Charles Darwin especuló, en este sentido, con que el rubor es precisamente uno de los actos que define al ser humano como una especie sumamente social, capaz de transmitir sentimientos incluso de modo involuntario.
Existen casos en los que el rubor o sonrojo se produce con excesiva frecuencia y sin motivo aparente, lo que puede llegar a ocasionar graves problemas psicológicos e incluso fobia social. Para solucionar esta patología, existe una intervención quirúrgica que consiste en eliminar los ganglios del sistema nervioso simpático, situados en las axilas y encargados de controlar el enrojecimiento de la cara y el cuello.