Es costumbre que cuando estamos en alguna celebración especial, ya sea con amigos o con familiares, alcemos nuestras copas al cielo y brindemos por algo. El brindis se ha convertido en un ritual cuando tenemos algo que celebrar o, a veces simplemente, cuando queremos confraternizar entre los que estamos en ese momento. Pero, ¿por qué brindamos?
Son múltiples las teorías acerca del origen del brindis y a ciencia cierta no se sabe cuál es la correcta. La más antigua se remonta a tiempos de la Grecia Clásica, donde el envenenamiento estaba a la orden del día. Se dice que cada vez que se quería envenenar a alguien, se recurría a invitarle a una cena y tras la comida se le ofrecía una copa envenenada, que se agitaba en el brindis para que el veneno se diluyese bien. Esta misma historia tiene una curiosa variante, y es que se dice también que para evitar el envenenamiento, al comienzo del banquete el anfitrión alzaba la copa ante todos y bebía de ella, para demostrar que la bebida no estaba envenenada.
Otra de las teorías que ha pasado de boca a boca a través de los tiempos es la que afirma que el ruido que se produce al golpear las copas en el brindis ahuyenta al demonio, y protege a los presentes haciendo que se cumplan los buenos deseos.
Por último, también se dice que brindamos para que participen nuestros cinco sentidos en tal momento. El tacto, debido a que agarramos la copa, la vista, ya que vemos el contenido, el olfato, porque lo olemos, el gusto, ya que lo degustamos, y por último el oído, cuando hacemos chin-chin.