Pocos son los elegidos para pilotar un bólido de carreras; menos aún los que consiguen ganar un gran premio; y practicamente ninguno ha sido capaz de dejar la huella que Alain Prost legó en la mayor categoría automovilística, la Fórmula 1.
Alain Prost se ganó el apelativo de ‘El profesor’ gracias a su inteligencia y su templada manera de ver las carreras, superior a la de todos los demás. No es de extrañar que otro de los nombres con los que se le conoció fuese ‘El Napoleón de los circuitos’. Ganó 4 títulos mundiales en la época más brillante de la Fórmula 1 en cuanto a elenco de pilotos se refiere, teniendo que competir con Ayrton Senna (su enemigo más acérrimo), Nigel Mansell o Nelson Piquet.
Prost, francés de nacimiento, iba para futbolista, pero por cosas del destino se decidió finalmente por los bólidos. En la pista, era un piloto muy detallista, no muy vistoso en sus maniobras, cuidadoso, y ante todo, veloz. Ha sido de los pocos que, tras retirarse, volvieron a la más alta competición y triunfaron, algo que ocurrió en el año 1993. Tras este último entorchado, su ‘doctorado’, el profesor Prost decidió poner punto y final a su gloriosa carrera.