La alternativa a las formas convencionales de comerciar en nuestros días se llama comercio justo. ¿De qué hablamos? De un modelo de compra y venta de productos en el que se promueven valores como la elaboración voluntaria, la transparencia, unas condiciones adecuadas en el puesto de trabajo y la igualdad entre hombres y mujeres, así como unos precios que permitan a los productores vivir con dignidad.
Amparado por las Naciones Unidas y un buen número de organizaciones no gubernamentales y asociaciones sociales y pacifistas, el comercio justo está ganando cuota de mercado en los últimos años, hasta el punto de multiplicar sus ventas por tres.
El 9 de mayo se celebra el Día Internacional del Comercio Justo, o lo que es lo mismo: la jornada que nos recuerda anualmente que existe una forma de comprar mucho más coherente y solidaria que la “estándar”.
Café, cacao, té, azúcar, fruta, algodón o artesanía. El catálogo es cada vez más variado y el fin tan loable como siempre.
Consumidores de países ricos y vendedores de países pobres unidos en una misma causa… Y bien, ¿por qué no?
¿Sabías que…?
Según la organización del sello certificador FLO, más de siete millones de personas han mejorado sus condiciones de vida en los últimos años gracias al comercio justo.