Hoy me voy a dar un capricho… y además lo quiero compartir con vosotros. En este post rescato un corto documental que me mandó hace unos meses una amiga, y que, más allá de gustarme -que me encantó-, me pareció realmente entrañable. Lleva por título ‘L´equip petit’ (El equipo pequeño) y gira en torno a la trayectoria de un grupo de prebenjamines catalanes que, a pesar de no haber marcado ningún gol en su campeonato, en el que acumulan abultadas derrotas, juegan al fútbol con la mayor de las ilusiones.
Mirad, me gusta el deporte rey, pero detesto la comercialización del mismo en sus más altas esferas. No sé, hay un tufo raruno que me echa para atrás. No me gustan ni el mercadeo vulgar y desproporcionado que percibo, ni los trapicheos, ni el resultadismo, ni las injusticias arbitrales, ni la politización, ni la violencia asociada, ni los comentarios machistas, ni los gestos xenófobos, ni los intereses creados… y mucho menos los que aún están por crear, y que sin lugar a duda llegarán. Porque sí, siempre puede ser peor.
Lo que yo anhelo es el fútbol de verdad. Echo de menos la caballerosidad y los valores de antaño y, sobre todo, el romanticismo que todavía es posible respirar en algunos campos de tierra y decenas y decenas de patios de colegio. Por eso rescato ‘L´equip petit’, porque representa la inocencia, el afán de superación, el saber perder y, por qué no, las ansias sanas por ganar. Y claro, hay frases de niño que no necesitan ser comentadas: “Si un día marco un gol, me pondría tan contento que saldría volando”.