La explosión de los microrrelatos ha supuesto un soplo de aire fresco en el mundo de la literatura. En esta sociedad nuestra de las prisas y el déficit de tiempo, contar historias en pocas líneas es un valor en sí mismo. Y leerlas, un placer inmediato que no debes perderte.
A la sombra de los microrrelatos han surgido escritores de nuevo cuño y creatividad infinita, autores talentosos, capaces de concentrar mensajes profundos, finamente adornados, en muy pocas palabras. Y claro, lo bueno, si breve, dos veces bueno. ¿Acaso alguien puede resistirse?
Soy de los que piensa que Internet también ha contribuido influyente a la popularidad de los relatos cortos. Padecemos ataques diarios de sobreinformación; y en este contexto, es necesario decir mucho con poco. Me refiero al valor de la mínima expresión y el máximo significado. Al ingenio puesto al servicio del mensaje escueto. La receta Twitter, sin ir más lejos.
Si aún no te has aficionado a los microrrelatos, te diremos que existen decenas de concursos abiertos a tu participación. Y que, si bien es un fenómeno en auge, no es en ningún caso un género nuevo: sienta sus bases en los bestiarios medievales y cuenta con precedentes en forma de fábulas, adivinanzas, parábolas o incluso epitafios y graffitis.
Micro o macro, qué más da. Lo importante es que escribas, que leas y que además te entretengas.