¿Quién escribió 'La casa de Bernarda Alba'?

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Representada dentro y fuera de las fronteras españolas, ‘La casa de Bernarda Alba’ es una de las obras teatrales más importantes del siglo XX. La historia, exclusivamente protagonizada por mujeres, no solo refleja con certeza las peculiaridades del pueblo español más rural, sino que ahonda también en la vida de una serie de féminas de distintas generaciones, con una perspectiva única de su rutina, poco habitual en la literatura. Una España profunda donde las mujeres son secundarias y las más arraigadas tradiciones conducen su vida. ¿Quién escribió ‘La Casa de Bernarda Alba’?

No muchos autores españoles hay tan influyentes y populares como Federico García Lorca, poeta, dramaturgo y novelista granadino que jugó un papel fundamental en la Generación del 27. Nacido en Fuente Vaqueros (Granada), el 5 de junio de 1898, dentro de un entorno rural que convertiría en sello literario, se crió en una familia bien asentada, gracias a lo que tuvo la oportunidad de cursar estudios universitarios de Derecho en la Universidad de Granada, tras haber abandonado la carrera de Filosofía y Letras.

Aunque nunca ejerciera la licenciatura, residencias estudiantiles como la afincada en Madrid le dieron la oportunidad de desarrollar su vena intelectual, al tiempo que entablaba relación con autores como Jorge Guillén, Antonio Machado, Pedro Salinas, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, y especialmente con Buñuel y Dalí, que serían fundamentales en su vida personal y por cuyo ‘Un perro andaluz’ se sentiría negativamente aludido. En Granada, por su parte, formó parte de El Rinconcillo, centro de reunión de artistas donde trabó amistad con el compositor Manuel de Falla, quien le ayudaría a conducir su amor por el folclore y lo popular.

Su primera obra teatral, sin embargo, ‘El maleficio de la mariposa’ (1920) fue un fracaso. Un año más tarde, los versos de ‘Libro de poemas‘, por el contrario, lograron llamar la atención de los sectores intelectuales. Este trabajo lo compaginó con representaciones de diversas obras de títeres, además de con sendas exposiciones pictóricas. No obstante, su gran éxito llegó en 1927 de la mano de ‘Canciones’ y las representaciones madrileñas de ‘Mariana Pineda’.

Su lenguaje más personal, el apogeo de el estilo costumbrista que le llevó a estilizar lo popular, llegó de la mano de ‘Romancero gitano’ (1928) y ‘Poema del cante jondo’ (1931). En esta época también participó en el homenaje al poeta Luis Góngora en el Ateneo de Sevilla, que estableció La Generación del 27, crecida en la Edad de Plata de la literatura española.

Su viaje a Nueva York, donde residió desde 1929 a 1930, y su posterior estancia en La Habana marcó otra de sus etapas más recordadas, de la mano de ‘Poeta en Nueva York’, publicada de manera póstuma, ‘Así que pasen cinco años’ y ‘El público’. Pese a esto, es imposible entender a Lorca sin España, y a España sin Lorca. El autor regresó a su país de origen, que, en plena ‘Segunda República’, le concedió la co-dirección de la compañía ‘La Barraca’, donde, además de responsabilizarse de varias adaptaciones de clásicos de la Edad de Oro, escribió ‘Bodas de sangre’ o ‘Doña Rosita la soltera‘.

Prolífico como pocos, los últimos años los dedicó casi exclusivamente al teatro. Su obra maestra, y su última obra, fue ‘La Casa de Bernarda Alba, publicada en 1936. Su relato del luto, el amor, la opresión y la tradición a través de varios retratos femeninos sería difícilmente repetible.

Federico García Lorca, abiertamente homosexual, comunista y cercano al Frente Popular, fue fusilado entre Viznar y Albacar, en Granada, el 19 de agosto de 1936, a comienzo de la Guerra Civil. Las tropas franquistas, que lo mantuvieron una semana apresado, lo calificaron como personaje susceptible de alterar el orden social. Previamente, embajadores de Colombia y México habían ofrecido cobijo al autor, aunque lo negó por sentirse completamente español. Paradójicamente, había mantenido una relación de amistad con el fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, y se describía como católico, comunista, anarquista, libertario, tradicionalista y monárquico.

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