¿Qué es la pintura al fresco?

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Estable, duradera y con colores, texturas y luminosidades difícilmente conseguibles mediante otras técnicas. Así es la pintura al óleo, de la que hay constancia desde muy antiguo, si bien los mejores ejemplos los encontramos en el Renacimiento italiano. Artistas como Miguel Ángel lo bordaron entonces, legando un magistral repertorio que lideran indiscutibles los murales de La Capilla Sixtina. ¿Qué es la pintura al fresco?

La pintura al fresco no es ni mucho menos la más sencilla de ejecutar. Su utilización exige experiencia por parte del autor, amplios conocimientos, y, resumiendo, podemos decir que es un procedimiento mural en el que primeramente se prepara la superficie a pintar con cal, arena y agua, para posteriormente crear sobre ella con pigmentos minerales -como los óxidos de hierro-, muy resistentes a la luz.

El proceso de enlucido de la pared en la pintura al fresco es laborioso. De piedra o ladrillo, ésta ha de estar seca y nivelada antes de empezar a trabajar sobre ella.

Básicamente, tres son las fases que supera un artista para realizar una pintura al fresco: arriccio (preparación del soporte), intonaco y aplicación de pigmento (color).

Entre otras dificultades, el fresco presenta la imposibilidad de corregir lo ya hecho. Esto obliga al artista a hilar fino, a adivinar el resultado final antes de ejecutar; pudiendo realizar solo ligeros cambios cuando el fresco ha secado. En este último caso sería mediante aplicaciones de temple y su permanencia sería inferior a la del resto de la composición.

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