Arte contemporáneo: Miquel Barceló

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Miquel Barceló es sin duda un artista de vanguardia. Y no uno cualquiera, no. Este autor creció entre lienzos, pinceles y paletas de colores -los que ya empleaba su madre-, aunque ha sido el paso del tiempo, el transcurrir de su carrera, lo que ha pulido su estilo con el mismo empeño aplicado a todas y cada una de sus obras. Así son los grandes. Y éste es el pintor español con mayor proyección internacional del momento.

Tras formarse en la Escuela de Artes y Oficios de su Palma natal y en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, Miquel Barceló ejerció arte e ideología en el grupo ‘Taller LLunatic’. Era muy joven entonces, pero ya se le veían maneras en esto del vanguardismo. Y así las cosas, siguió impregnándose de las corrientes europeas y estadounidenses de los años 80 y 90, al tiempo que empezaba a sorprender al personal con unas ideas originales y sobrada destreza a la hora de ejecutarlas.

Miquel Barceló bebió de influencias tan interesantes como la que ejercieron sobre él artistas de la talla de Mark Rothko, Jackson Pollock o Willem De Kooning. Y fue así como dio forma a su estilo, no exento de crítica, y comenzó a atreverse con proyectos del calado de la Cúpula de la Sala de los Derechos Humanos del Palacio de las Naciones Unidas de Ginebra o la ilustración de la ‘Divina Comedia’ para Círculo de Lectores.

Entre otros puntos de inflexión en su trayectoria, son muchos los que señalan directamente al año 1988. Fue entonces cuando Barceló realizó su primer viaje a África, de donde incorporó temáticas y materiales antes de instalar definitivamente un taller en algún lugar perdido de Mali.

¿Premios? Unos cuantos. Por ejemplo, el de Artes Plásticas (1986) y el Príncipe de Asturias de las Artes (2003).

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