¿Desde cuándo se emite 'Saturday Night Live'?: El primer lustro

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Primer Reparto de SNL

Pocos programas en el mundo pueden presumir de relevancia histórica y cultural como ‘Saturday Night Live’. Nacido en 1975, el programa de sketches de más de 38 años no solo es una institución en la televisión estadounidense, la escuela de los mejores cómicos, sino que ha sabido adaptarse a los tiempos como nadie, manteniendo su influencia y atrayendo todavía a las primeras espadas del show-business, la política, el deporte y la música. Entre bambalinas, el productor, guionista y creador Lorne Michaels lleva casi cuatro décadas dando el callo.

El canoso canadiense ha presenciado -y trastocado- innumerables campañas presidencial, ha descubierto algunas de las estrellas más emblemáticas de Hollywood e incluso ha trasladado su sentido de humor a países tan dispares como Italia, España, Brasil, Japón y Korea del Sur. Pero, como suele ocurrir en estos casos, nada hacía anticipar en sus comienzos en lo que llegaría a convertir su idea, cuyo formato añejo nos recuerda a un tiempo diferente, y cuyo sentido del humor protagonizó un antes y un después en la televisión y la comedia estadounidenses.

El programa se emitió por primera vez el 11 de octubre de 1975 -a las 23:30-, pero, dado que el nombre ‘Saturday Night Live’ lo albergaba Howard Cosell en su efímero talk-show de ABC, llevaba por título ‘NBC’s Saturday Night’. No sería hasta noviembre del 76 cuando, por fin pudieron comprar el icónico calificativo que atestiguaba su producción en vivo. El proyecto nació casi por casualidad, cuando el ‘Rey del late-night‘, Johnny Carson, exigió a la cadena del pavo real que eliminase el contenedor ‘The Best of Carson’ -que incluía lo mejor del ‘Tonight Show’- de la parrilla nocturna del fin de semana. El hombre más famoso de la pequeña pantalla no quería extenuar a su audiencia, y su salida del sábado le daba la oportunidad además de emitir repeticiones entre semana, lo que le facilitaba tomarse días libres.

Lorne MichaelsEl director de programación en late night, Dick Ebersol, decidió entonces dar una oportunidad a Lorne Michaels, joven productor cuyo objetivo era hacer un show de variedades para la nueva generación, en las antípodas de ‘El Show de Carol Burnett’ y en conexión con el público que acudía a Woodstock. Su target era el mismo que había tomado parte en las movimientos estudiantiles y por los derechos civiles de los 60; el mismo que iba al cine no solo para entretenerse sino para pensar; unos jóvenes que veían la pequeña pantalla como un síntoma adicional de una generación trasnochada y carca que llevaba demasiado tiempo controlando todo.

La condición que subrayaba el creativo -junto a la libertad- era que su directo fuera real, una técnica de emisión ya por aquella época en desuso, por costosa y difícil. Sin este factor, que daba espontaneidad y realismo, no hubiera sido el mismo show, convertido en habitual dolor de cabezas de censores y programadores. La producción fue larga y costosa, y el formato iría definiéndose a medida que pasaran los episodios. Cualquier posible miedo desapareció, sin embargo, cuando el primer capítulo, presentado por el cómico stand-up George Carlin -que no participaba en sketches, sino que se limitaba a sus habituales monólogos- y con Billy Preston y Janis Ian como invitados musicales, fue un éxito del que todo el mundo habló el lunes. De un día para otro, un joven elenco de actores había pasado del completo anonimato a pertenecer al grupo de rostros más célebres de la televisión. Entre ellos, destacaba Chevy Chase, quien además de ser uno de los principales guionistas, introducía el show en el ‘cold open’, al ritmo de una caída y ese mítico ‘Live from New York, It’s Saturday Night!‘ (¡En vivo desde Nueva York, en sábado noche!).

En el histórico primer sketch participaba también otro de las que se convertiría en figura clave del humor estadounidense, John Belushi, quien en el fragmento aprendía inglés de la mano del guionista jefe Michael O’Donoghue. Del elenco ‘no preparado para el prime-time‘ formaban parte también Dan Aykroyd, Jane Curtin, Garrett Morris, Laraine Newman y Gilda Radner. Los siete convivieron durante estos primeros cinco años con locuras, enfermedades, trabajo, sexo y drogas. Años de desenfrenos que acabaron abruptamente con la vida de Belushi, cuya pasión por los estimulantes, no en vano, venía de mucho antes. Menos suerte tuvo Billy Crystal -que formó décadas más tarde parte del elenco- al quedarse sin salir a escena en el último segundo, siendo sustituido por el genial Andy Kaufman, que, por primera vez, dio muestra de su surrealismo frente a millones de espectadores. El show iba acompañado por una genial corto grabado de Albert Brooks y un sketch protagonizados por un grupo de Teleñecos de Jim Henson hechos en exclusivas para el programa. Ninguna de las dos secciones acabó de cuajar, aunque sus participantes no se pueden quejar de la oportunidad a la que optaron. Brooks se convirtió en cineasta y actor de culto, mientras que a Henson, ABC le abriría las puertas para crear ‘El Show de los Teleñecos’, otro programa de variedades con presentadores y música, dirigido a adultos. Allí triunfó junto manejando a Peggy, Gustavo, Fozzy…

Bill Murray y Chevy Chase en Snl

Si alguien destacó en dicha temporada de evolución ése es Chevy Chase, quien por aquel entonces era la cara reconocible entre elenco, gracias a su famosa catch-phrases; la imitación del Presidente de EE.UU. más torpe de la historia, Gerald Ford, y su cínica locución de Weekend Update, informativo satírico que servirían de esquema para innumerables formatos posteriores. Todo ello, mientras se enfrentaba constantemente a Belushi, quien no entendía el desmedido protagonismo de su compañero y trataba de robar su foco en cada escena. Más tarde practicaría la misma estrategia, hasta la extenuación, con todo presentador al que tuviera cierta inquina. Pese a la popularidad, y hasta una nominación al Emmy, Chase lo dejó todo por amor. Después de los primeros capítulos del segundo año, el actor huyó a Hollywood con su nuevo romance, y, aunque le fuera muy bien en Los Ángeles, donde se graduó como estrella cinematográfica, todavía hoy se dice arrepentido de haber dejado el programa -al que ha vuelto en innumerables ocasiones- tan temprano.

Su sustituto llegaría pisando fuerte. Se llamaba Bill Murray y en sus primeros episodios ni siquiera tuvo su nombre en la cabecera anunciado por el infatigable Don Pardo. Poco a poco, el nuevo cómico ‘no preparado para prime-time’ fue robando protagonismo a sus compañeros. No tardó en dejar que el mundo lo conociera, llegando a ser la estrella cómica más confiable de Hollywood a lo largo de los 80 y 90. Murray es, todavía hoy, una de las más triunfales estrellas de la cantera del SNL, uno de los pocos con una nominación al Oscar bajo el brazo. Cuando Chase volvió al show como presentador, Murray no selibró tampoco de las violentas broncas y peleas causadas por los celos y el egocentrismo del mundo del espectáculo, y una fama que les había llegado de manera demasiado súbita.

Pese a lo bien que parecía funcionar el programa en cámara, la cadena productiva era -y es- una bomba de relojería a punto de explotar. De lunes a domingo viven un no parar: noches en vela escribiendo, presentaciones multitudinarias de sketches, fragmentos eliminados en el último minuto y un show sabatino en el que nadie sabe lo que va a ocurrir a ciencia cierta hasta que llega las 23:30. Cuando todavía no estaba todo perfectamente estructurado y planeado, el calendario era, si cabe, más agotador y agitado que en la actualidad. No obstante, esto hizo florecer la creatividad latente en el alma de todos los envueltos en el elenco, contagiando incluso a algunos de los mejores presentadores de la primera época: Clarice Bergen, Buck Henry, Paul Simon, Lily Tomlin, Eric Idle, Elliott Gould y, por supuesto, Steve Martin, quien, a día de hoy, y con 15 presentaciones, solo es superado en número de apariciones por Alec Baldwin. El ambiente no era el mejor (la bulimia, la cocaína, el machismo y los malos rollos sobrevolaban), pero semana tras semana todos daban lo mejor de sí mismos. El programa sufría una mutación. Comenzaron a multiplicarse los caracteres recurrentes, el meta-lenguaje iba y venía, la estructura se hacía mucho más reconocible y la música iba perdiendo, de manera paulatina, la importancia que tenía en los primeros episodios.Asimismo, algunos personajes, como los ‘Blues Brothers’ (Granujas a todo ritmo) o ‘Los Caraconos’, se atrevieron a lanzarse al cine y saltar, de paso, al panorama internacional, lo que ha hecho con los años la influencia de este monstruo audiovisual todavía más notable.

Blues Brothers

En 1981, Lorne Michaels había superado cambios de reparto, así como variados conflictos, y había visto a estrellas como los Rolling Stones, Bob Dylan, Jodie Foster, Martin Sheen, Kirk Douglas, O.J. Simpson, Walter Matthau y Raquel Welch paseando por el estudio 8H. Estaba exhausto, tanto emocional como físicamente. El creador original no podía continuar otro año más, pero NBC, como era lógico, no podía permitirse dejar escapar la que se había convertido en una de sus señas de identidad. Lorne ofreció un contrato en el que dejaba a sus compañeros Al Franken -ahora senador- y Tom Davis (que incluso habían formado parte del reparto) como show-runners, a cambio de un año sabático. El director de NBC, Fred Silverman, no obstante, no lo vio con tan buenos ojos. No en vano, el dúo cómico había sido responsable de un sketch que el magnate consideraba denigrante para su persona. Ante la falta de acuerdo, Michaels dejó NBC, seguido por la práctica total del equipo, tanto delante como detrás de las cámaras. El presupuesto, además, bajó del millón de dólares por episodio, a 350 mil. Uno de los pocos que se quedó, Jean Doumanian, tuvo la titánica tarea de lograr para septiembre del 81 un nuevo elenco.

La crítica y el público dio la espalda a lo que solo puede definirse como un año -y una época- olvidable. De ella salió, aún así, la que posiblemente sea la mayor estrella jamás criada en el canal: Eddie Murphy, quien no tardaría en convertirse en el niño bonito de la nueva generación de Hollywood. Pero eso, como solemos decir en estos casos, es una historia para otro día, con la que podríamos seguir rellenando post y post. Lorne, por su parte, regresó a su primer hogar – tras fracasar también en nuevos proyectos copycat– en 1985, de la mano de muchos de sus antiguos colaboradores y un rejuvenecido reparto que contaba, entre otros, con un jovencísimo Robert Downey Jr. El resto, como es costumbre decir, es historia…

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