¿Qué pasa cuando una serie ‘salta el tiburón’?

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Seguro que todos habéis sentido esa sensación de desencanto con una serie. Un momento concreto o una temporada completa a partir de la cual una ficción toma un rumbo distinto o, simplemente, se vuelve soporífera. La sensación es equiparable a la de cualquier ruptura amorosa. Tu serie te deja solo, y con un agujero enorme en tu corazón (y en tu calendario). Ya no veis el mundo de la misma manera, no os gustan las mismas cosas y, claramente, cada uno va a un ritmo distinto. En la jerga televisiva, el momento ilógico cuando una serie toma ese punto de no retorno se describe como ‘salto el tiburón’ (to jump the shark, en inglés), una curiosa expresión que tiene sus orígenes en una de las más legendarias comedias estadounidenses.

La expresión la inventó el crítico estadounidense Jon Hein, cuando en 1997 creó una lista con los momentos en los que 200 series ‘saltaron el tiburón’, tras el cual las tramas comenzó a caer en picado, y la decadencia se hizo palpable. La idea se convirtió en éxito, y la frase quedó grabada en la jerga de los teleadictos. Todo nació, sin embargo, en una escena clave del tercer episodio de la quinta temporada de ‘Happy Days’, emitido el 20 de septiembre de 1977. En el capítulo titulada «Hollywood: Part 3», escrito por Fred Fox, Jr., los personajes principales hacen una excursión a Los Ángeles. Allí, Fonzie (Henry Winkler), el secundario que se había convertido en el personaje favorito de los televidentes, se atreve a precticar el esquí acuático. Tratando de probar su valentía, y calzado con la chaqueta de cuero que le hizo famoso, salta literalmente por encima de un tiburón. La lancha motora la conducía, por cierto, un jovencito Ron Howard, quien en su faceta de actor se apodaba ‘Ronnie’.

Dado que la comedia en sus primeras temporadas se centraba en dar una visión realista y universal de la adolescencia frente a la nostalgia de los 50, este evento marcó un giro hacia la comedia más caricaturesca, necesitada de eventos espectaculares y publicitables para seguir siendo foco de atención. La serie continuó su andadura durante cinco años, donde los poderes casi sobrehumanos de Fonzie fueron aumentando. Durante mucho tiempo, la audiencia siguió de su lado. No obstante, ése ‘salto del tiburón’ se contempló en su día, como el momento en el que la crítica comenzó a darle la espalda. Su progresiva caída creativa se conecta tanto con la falta de ideas de sus guionistas, como con la marcha de algunos de los personajes protagonistas. ‘Happy Days’ se tornó en una caricatura en sí misma, pero dejó para los anales televisivos una frase que ha traspasado los límites de la pequeña pantalla y se ha comenzado a utilizar en todo tipo de situaciones.

Tomándose su proeza con humor, el actor Henry Winkler, volvió a saltar un tiburón (esta vez muerto) en la genial ‘Arrested Development’. Por supuesto, no era otro que Ron Howard -narrador de la serie- quien relataba su increíble proeza. Uno más en la interminables lista de chistes internos en la serie de Mitch Hurwitz, donde Winkler interpretaba a al calamitoso abogado de la familia Bluth, constantemente tratando de esconder su sexualidad.

Una ficción puede ‘saltar el tiburón’ con multitud de trucos forzados. Una de las estrategias más habituales es contratar a actores invitados que no acaban de conectar con la trama. Éste es el caso de ‘Friends’, que no supo utilizar a Julia Roberts, o ‘Will y Grace’, que se hundió en un mar de estrellas en las que destacó Madonna. Las bodas y nacimientos, que trastocan los argumentos y las tensiones sexuales nacidas al comienzo de la serie -sobre las que varios dramas procedimentales asientan sus principales tramas personales-, suelen ser motivo también de ‘salto del tiburón’.

Por no hablar de las muertes. Imposible de olvidar son los fallecimientos de Sarah Tancredi (Sarah Wayne Callies) en ‘Prison Break’ y Bobby Ewing (Patrick Duffy) en ‘Dallas’. Para rizar el rizo, en ambas ocasiones los guionistas se dieron cuenta de su error, y no tardaron en resucitar a sus personajes fetiche. Bobby, especialmente, regresó de su letargo en una legendaria escena de ducha solo apta de ‘Dallas’. El cliffhanger de la sexta temporada, al que siguió un funeral y la lectura del testamento, solo había sido un sueño de Pam (Victoria Principal). El séptimo año al completo del mítico culebrón quedó para la historia como ‘la temporada del sueño’. Ni el ‘¿Quién disparó a J.R.?’ había dado para giros tan sorprendentes.

 

Otra de estas pantomimas que parodió ‘Arrested Development’ fue el episodio en vivo, que utilizaron ‘Urgencias’, ‘El Ala Oeste’ e incluso la española ‘7 Vidas’ sin afectar demasiado a su formato y estructura. La sustitución de actores tampoco suele ser un buen signo de madurez. Tampoco lo es la adición de un nuevo personaje al reparto regular de la serie. Laurence Fishburne nunca acabó de llenar el hueco dejado por Gil Grissom (William Petersen) en ‘CSI’; Steve Carell no pudo ser reemplazado en ‘The Office’, construida a su alrededor hasta dicho momento; muchos espectadores nunca fueron capaces de aguantar a Dawn (Michelle Trachtenberg), la hermana pequeña de ‘Buffy, Cazavampiros’, y Scrappy Doo no fue el personaje más memorable que dio la serie de su tío, ‘Scooby Doo’.

Otros giros sorprendentes son tan curiosos como el momento en el que a la familia de clase media-baja de ‘Roseanne’ ganó la lotería. Saltos temporales, mudanzas, episodios musicales ridículos, adolescentes dando el estirón, cambios radicales en el peinado de los protagonistas…. todo está invitado en esto del ‘salto del tiburón’. No en vano, hay producciones que incluso se atreven a ‘saltar el tiburón’ en el primer minuto del episodio piloto.

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