¿Quién escribió 'El retrato de Dorian Gray'?

‘El retrato de Dorian Gray’ es la única novela de uno de los autores e intelectuales más completos del siglo XXI, escritor también de ensayos, obras teatrales, cuentos e incluso poemas. Este relato de terror gótico con aires de ‘Fausto’, nos acerca hasta una intrigante Londres, donde se forja la amistad entre un joven y un misterioso artista llamado Basil Hallward, perdidamente encaprichado por el primero, al que decide pintarle un retrato.

El polifacético Oscar Wilde, nacido en Dublín (Irlanda) el 16 de octubre de 1854, es el responsable de esta obra que solo es una pequeña muestra de su inmensa bibliografía. Wilde fue uno de los dramaturgos londinenses más populares del siglo XIX, un personaje que se hizo tristemente popular también por su temprana muerte, en 1900. Dada su homosexualidad, pese a estar casado y tener hijos -quienes negaron su apellido-, Wilde pasó gran parte de sus últimos años perseguido por la sociedad inglesa, lo que le llevó incluso a pasar un tiempo entre rejas, condenado por «sodomía y de grave incidencia». Solo tres años después de salir de la cárcel, murió de una meningitis.

Estudió en el Trinity College de Dublín para posteriormente licenciarse del Magdalen College de Oxford, donde comenzó a destacar con sus poesías desde muy joven, que publicaba en revistas y periódicos. Sus conferencias, a nivel nacional e internacional -sobre todo en EEUU-, le hicieron granarse un lugar en la sociedad londinense.

Su ingenio punzante, dado a criticar y a hacer sátira de las injusticias e hipocresías de su época, la tardía Inglaterra victoriana, se hizo sello de identidad de toda su obra, nunca exenta de polémica. Su extensa obra incluye recopilaciones de cuentos como ‘El príncipe feliz y otros cuentos (1888) -donde aparecen ‘El príncipe feliz’ y ‘El Fantasma de Canterville’- y ‘Una casa de granadas’ (1892); o poemas tan personales como ‘Balada de la Cárcel de Reading’.

Aunque, con lo que de verdad se hizo un nombre fue con el teatro, para el que escribió piezas como ‘Salomé’ (1894) y, su obra maestra, ‘La importancia de llamarse Ernesto’ (1895). Alabada fue incluso su epístola -publicada de manera póstuma- ‘De profundis’ (1905), donde se nos descubre a flor de piel la dramatis persoae que representaba Wilde, así como el amor que sentía por su prohibido amante.