Carne, leche, huevos, lana o miel son algunos de los productos que el ser humano lleva obteniendo desde tiempos remotos gracias a la ganadería, una actividad económica que consiste en el cuidado y aprovechamiento de animales domesticables como las vacas, las ovejas, las cabras, los cerdos o las gallinas. Los tiempos cambian y las necesidades también, es por ello que surgen nuevas formas de explotación que te resultará interesante conocer. ¿Sabes qué es la microganadería?
Se conoce como microganadería a la explotación de animales de pequeñas dimensiones y, por lo general, poco convencionales. Nos referimos a caracoles, insectos, ranas y roedores, especies con un gran potencial para abastecer de alimentos tanto a países con pocos recursos como a otros del primer y segundo mundo, pero que hasta hace no mucho, por razones culturales, no han sido tenidas en cuenta o criadas en cautividad con esta finalidad.
Aunque cuesta, la idea es cambiar algunos hábitos alimenticios e incluir en nuestra dieta el consumo de grillos, saltamontes o gusanos, por poner solamente algunos ejemplos. Estos animales provocan un cierto rechazo en determinadas poblaciones, pero son altamente nutritivos y saludables. Lo mismo ocurre con los caracoles, cuya cría es ya habitual en algunos países y que son ricos en proteínas y bajos en grasas.
Ventajas de la microganadería
– La cría puede realizarse en terrenos más pequeños y menos costosos.
– Por lo general, las especies pequeñas se reproducen más fácilmente y en mayor cantidad que las de tamaño más grande. Más productividad equivale a más ingresos.
– La oferta es pequeña, por lo que muchas veces la demanda es mayor y esto se traduce en ventas fáciles y rápidas.
– Al ser animales de pequeñas de dimensiones, son fáciles de manejar y transportar.
– Importantes expectativas de crecimiento.
Desventajas de la microganadería
– Exige altos niveles de energía metabólica.
– La crianza y producción requieren en ocasiones mayores esfuerzos.
– Riesgo de bajas masivas por la presencia de plagas.
– Riesgo de bajas por culpa de los depredadores -al ser especies pequeñas tienen muchas amenazas-.
– Reticencias en el consumo por falta de hábito o información.