¿Cuál es el origen del dinero?

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Madre, yo al oro me humillo,

Él es mi amante y mi amado,

Pues de puro enamorado

Anda continuo amarillo.

Que pues doblón o sencillo

Hace todo cuanto quiero,

Poderoso caballero

Es don Dinero.

– Extracto del poema Poderoso caballero es Don Dinero, de Francisco de Quevedo

Así es… nos encanta el dinero, y esto no es cosa de ayer. Desde la aparición de la moneda en los albores de la historia, la Humanidad ha cometido toda suerte de tropelías y ha desempeñado las más valientes empresas para amasar oro, billetes, monedas, ceros en una cuenta bancaria o cualquiera de las formas que tome el dinero.

Hoy fija el valor de todas las cosas. Las horas de trabajo, los costes materiales, los daños emocionales, toda clase de bienes y servicios y cualquier cosa que te puedas imaginar se puede medir en dinero. ¿Por qué no? Es una medida con la que todos estamos familiarizados y a la que tenemos acceso en mayor o menor medida. Tener dinero nos brinda oportunidades a las que otros, peor amparados económicamente, no pueden permitirse el lujo de acceder. Por eso se suele decir que la vida es más fácil para el rico. Claro, si es que puede comprar de todo.

Dinosaurio
De todo, menos un dinosaurio

Pero no siempre fue así. El dinero se inventó (hablaremos de ello más adelante), y hasta entonces nadie se planteó que se podían intercambiar bienes o servicios de otra manera que no fuese el trueque… ¿Y qué es eso del trueque? Si yo tengo seis vacas y con cinco me vale, le puedo cambiar a mi vecino la vaca que me sobra por una gallina, porque él tiene veinte y yo ninguna, y además me gusta desayunar huevos por la mañana. Acuerdo con él hacer un intercambio, pero como una vaca es más valiosa que una gallina, le propongo que él me dé diez gallinas a cambio de mi vieja compañera bovina.

Así se funcionó desde el neolítico hasta que distintas civilizaciones fueron implementando ciertas medidas representativas de la riqueza en una primigenia forma de moneda. La cultura mesopotámica (hace 5000 años) comenzó a utilizar como moneda el shekel, que pesaba lo mismo que 160 granos de cebada y podía intercambiarse por esa cantidad de cereal. Otras culturas en América, Asia y África también se pusieron hacer intercambios por caparazones de cauri (un caracol marino) o, lo que es lo mismo, caracolas.

Cauri
Hace 6000 años, con una como estas podías comprar una videoconsola y todavía te sobraba para ir al cine y a McDonald’s

Pero el uso de la moneda tal y como la conocemos hoy no se popularizó hasta que a los griegos clásicos les dio la gana, como pasa con casi todo. En la sociedad griega del siglo VI a. C., con la aparición de las grandes ciudades y la democracia, la moneda comenzó a cobrar sentido y casi todas las cosas comenzaron a intercambiarse por estas piezas metálicas circulares. Y ahí tenemos el origen de la moneda, bastante parecida a la que utilizamos en nuestros días.

El dinero en papel tiene otra historia algo diferente. Los cheques, talones, bonos y billetes se comenzaron a utilizar con la aparición de  los primeros bancos modernos allá por el siglo XIV en la Italia renacentista. Los bancos emitían notas firmadas que certificaban la riqueza del portador atesorada en sus cámaras. Y estas notas podían intercambiarse no solo en el mismo banco, sino en otras instituciones similares al otro lado del océano. Es de entender que esto facilitó enormemente el comercio internacional.

Saco de dinero
Cruzar el atlántico así es, cuanto menos, incómodo

En nuestros días y cada vez más, el dinero tiene infinidad de formas y las maneras de intercambiarlo se cuentan por centenares: podemos pagar con metálico, tarjeta de débito, por internet, con el smartphone… Ten cuidado y no te gastes todo a la vez.

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