¿Cómo se forma una perla?

La perla es una gema de origen marino muy valorada por todas las civilizaciones desde la antigüedad. Dada su su extrema rareza y la dificultad para conseguirlas fueron señal de riqueza y posición social hasta principios del siglo XX. Al saber cómo se forma una perla se pudo industrializar su producción a partir de 1919, haciendo que perdiera parte de su encanto y valor.

Las perlas más conocidas se consideran piedras preciosas, aunque no se extraen de la tierra sino que se forman en el interior de ostras vivas. En realidad, se trata de un acto de defensa propia del molusco ante una agresión externa. Si un cuerpo extraño se introduce en el interior de una ostra, y no logra expulsarlo, ésta se defiende envolviéndolo con nácar, el mismo material con el que forma la concha. En un plazo que ronda los 10 años las sucesivas capas de nácar forman una perla.

Hay otros moluscos que pueden producir nácar, como mejillones o almejas, pero las ostras son las que tienen la cantidad y calidad suficiente para generar perlas, llamadas por ello perlíferas. Las más conocidas viven en aguas cálidas, siendo el Golfo Pérsico la principal zona productora.

El valor de una perla se determina fundamentalmente en base a tres criterios: forma, color y talla. Las más populares son blancas y redondas aunque la forma que se consigue no siempre es regular. El color también puede variar según el tipo de alimentación de las ostras.

Se llaman perlas cultivadas a aquellas que se logran provocando una molestia en el interior de una ostra de manera intencionada, obligándole a producir nácar. El valor de estas gemas es inferior al de las silvestres a pesar de que su calidad es la misma.

También existen imitaciones de perlas, hechas a partir de distintos materiales que consiguen piezas con un aspecto muy auténtico. Para identificarlas se puede hacer una prueba muy sencilla: basta con deslizar la perla entre los dientes delanteros. Si es lisa y satinada, es una imitación. Las perlas naturales tienen un tacto arenoso.