¿Cuál es la diferencia entre energías renovables y no renovables?

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Philippsburgo nuclear ¿Energías renovables o no renovables? Esta polémica es una que acusa a la sociedad, a la clase política y a las organismos internacionales desde casi los comienzos de la industrialización. Sin embargo, una respuesta perfecta o un consenso no ha sido alcanzable en todo este tiempo, y no creemos que esté cerca de serlo en un futuro próximo. ¿Cuál es la diferencia entre las energías renovables y las no renovables?

Denominamos energía no renovables a las fuentes de «energías convencionales» de cantidad limitada en la naturaleza (que, por lo tanto, no se puede renovar ni sustituir si se terminara). Este tipo de energías están englobadas en dos categorizaciones, según su fuente de estracción: los combustibles fósiles y los nucleares. Pese a que sean habitualmente las que más contaminen -generando emisiones y/o residuos-, dado que son las que clásicamente se utilizan y todos sus mecanismos ya están construidos, suponen alrededor de un 80% de la energía mundial. Las fuentes de energía, no obstante, sólo se encuentran en determinadas zonas del planeta, por lo que su extracción y uso ha dependido históricamente del comercio y colaboración -o guerra- internacional.

Provenientes de restos fósiles de seres vivos extinguidos, el carbón, el petróleo y el gas natural son los mejores ejemplos de combustibles fósiles. El primero, no obstante, y pese a haber sido uno de los grandes protagonistas de la revolución industrial, se encuentra en la actualidad en ínfimas cantidades, tras la sobre-explotación con la que se utilizó durante décadas. El petroleo, por el contrario, es conocido popularmente como «oro negro», por la importancia que tiene para gobiernos y grandes multinacionales por igual. Por ello, conseguir el control de las extracciones petroleras supone en tantas ocasiones razón suficiente de conflictos internacionales.

Los nucleares, por su parte, son todos aquéllos obtenidos mediante la transformaciones nucleares como la fisión, fusión o decaimiento radiactivo, en combustibles como el uranio y el plutonio. Aún y cuando ésta sea la energía más efectiva, continua y abundante, estos procesos necesitan de grandes plantas y maquinarias y sus residuos pueden crear grandes catástrofes medioambientales a largo plazo. Algo que también puede ser empujado, asimismo, por graves accidentes, como se vio en Chernobyl o Fukushima. Para tratar de evitarlo, todas las centrales tienen una vida útil, tras la que se ven obligadas a cerrar.

En otro orden de cosas, las energías renovables son todas aquéllas de uso más reciente que toma como fuente materiales infinitos en la naturaleza -por ser inagotables o por su rápida regeneración-, contaminando menos en el proceso. No obstante, las renovables contienen varias desventajas obvias. Por un lado, hasta el momento no han sido tan efectivas y baratas como las no renovables. Además, comúnmente necesitan de grandes instalaciones que, de manera indirecta, puede acabar afectando a los paisajes o ecosistemas. Asimismo, necesitan de una candencia constante de su fuente de energía para alimentarse, así como climas muy concretos. Una planta solar, por ejemplo, no podrá ser provechosa en todos los lugares del planeta, mientras que por la noche será mucho menos efectiva en cualquiera.

Hay un gran número de energías renovables o alternativas. Algunas de las más habituales son la solar térmica, del sol; la eólico, del viento; la hidráulica, del movimiento del agua de los ríos; la energía de maremotriz, dependiente de las mareas; la geotérmica, a través del calor interior de la tierra, y la undimotriz, de las olas.

A través de todos estos recursos, renovables y no, la humanidad se abastece de energía, tan necesaria en el mundo contemporáneo. La necesidad energética cada vez es más basta, por lo que la explotación de los recursos crece y crece a un ritmo sin techo aparente.

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