La ciencia continúa su marcha implacable por hacer de éste un mundo mejor. O al menos lo intenta, o debería, a pesar de la crisis y tantos y tantos obstáculos en los que no pienso extenderme en este post. Lo que sí quiero contaros, porque seguro que os interesa, es que ha nacido la ecometabolómica, una nueva disciplina que investiga los cambios de organismos y ecosistemas ante las variaciones ambientales. ¿Es bueno, no?
Dicho y hecho. Un grupo de científicos españoles ha dado rienda suelta a su curiosidad y ha comenzado a desarrollar una nueva ciencia que permite conocer la actividad interna de las células y los organismos -algo que en parte ya se estudiaba para crear medicamentos o mejorar la nutrición-, además de averiguar el funcionamiento interno de los seres vivos de un ecosistema ante los cambios ambientales.
¿Cómo crecen los animales en su dinámico entorno? ¿Cómo almacenan nutrientes, responden a un cambio ambiental o se defienden de los enemigos? ¿Cómo reaccionan las plantas cuando están sometidas a situaciones de estrés ambiental cómo la falta de agua? A estas y a otras preguntas va a aportar respuestas la ecometabolómica, que, por primera vez, va a ser útil no sólo a la biomedicina, sino también a la ecología.
¿Sabéis por ejemplo que la llegada de la primavera tiene unas consecuencias en la composición química de los organismos y en su actividad celular? Los cambios metabólicos internos no sólo existen, sino que ahora además los vamos a conocer en profundidad gracias a la ecometabolómica. Sobre ella ha publicado un artículo la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ en su último número.