Como ya sabréis, el café es un producto natural que se obtiene tostando y moliendo las semillas de los frutos del cafeto, un arbusto tropical y de hojas perennes que se cultiva mayormente en América y África. Cierto es que el consumo abusivo de café puede causar problemas de salud; pero no lo es menos que, además de embaucarnos con su característico sabor amargo y su olor intenso, tomado con moderación puede proporcionarnos importantes beneficios curativos.
Los usos medicinales del café son interminables y se derivan de una composición que, aparte de cafeína, incluye ácidos, aminoácidos, alcaloides, aceites volátiles, hidratos de carbono, grasas, fibras, minerales y vitaminas, entre otros elementos.
El café puede ser utilizado como analgésico, siendo especialmente eficaz contra jaquecas, migrañas y otras variantes de los dolores de cabeza. De igual manera resulta excelente como laxante o diurético, reduce el riesgo de diabetes entre sus consumidores habituales, previene problemas en la vesícula biliar, así como la cirrosis, y es un incuestionable cardioprotector.
Al tener cafeína, el café estimula el sistema nervioso central, lo que nos ayuda a mantenernos despiertos y aumentar el rendimiento físico. Está incluido también en numerosas dietas para perder peso, combate las infecciones urinarias y cuenta con una destacada capacidad antioxidante.
Hay estudios que demuestran que el café fomenta asimismo la memoria, mejora la salud de enfermos de asma o gota y disminuye la depresión. Hay quienes defienden incluso que es útil en la prevención de parkinson, aunque esto último está sin confirmar.