No es fácil. Sabemos que pensar en positivo es bueno, pero muchas veces no es fácil hacerlo. Nos prometemos a nosotros mismos que lo haremos y, una vez más, volvemos a caer en reflexiones críticas y pesimistas que no hacen más que desgastarnos. Pero esta vez, paso de todo. Voy a pensar solo en positivo. Porque la negatividad atrae negatividad y la actitud positiva conduce a sentimientos agradables.
Un pensamiento encaminado en este sentido, por ejemplo: «si no está en mis manos, para qué voy a preocuparme». Puede sonar algo egoísta, sí, pero en realidad esconde una gran verdad: es mejor no disgustarnos por asuntos que no dependen de nosotros. Así que a partir de ahora concentraré mis esfuerzos en aquello que realmente pueda cambiar o mejorar. Y, en aquello -importantísimo también- que sea relevante de verdad. Porque ese es otro gran error del que pretendo pasar completamente a partir de ahora: preocuparme por asuntos que en el día a día se maquillan de una falsa importancia pero que al final, en la vida, son una mera anécdota.
Así que paso de pensar en negativo. Voy a repetírmelo como si de un mantra se tratase: «positivo, solo positivo».