¿Por qué sentimos miedo?

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Todos tenemos nuestros miedos, por muy valientes que seamos. De hecho, tener coraje no significa no asustarse con nada, sino ser capaz de afrontar mejor nuestros temores. Aquí te contaremos qué es exactamente el miedo y cómo se genera, porque con esta información serás capaz de gestionarlo mejor. ¡Ten valor y sigue leyendo!

Como la felicidad, la ira o el amor, el miedo es una emoción. Es algo que somos capaces de sentir porque nuestro cuerpo está capacitado para percibir y reaccionar ante ciertas circunstancias. Del mismo modo que te alegras cuando ves a tu mejor amigo después de mucho tiempo o te enfadas cuando eres el portero y te acaban de meter un gol, el miedo se activa cuando percibes un estímulo, en este caso algo que tu cerebro cataloga como amenazador.

Profesor malvado
Como, por ejemplo, que el profesor te pregunte la lección cuando no has estudiado nada.

Hay infinidad de causas que generan miedo porque a cada uno nos asustan cosas distintas. No obstante, podemos categorizar los temores por su origen:

Fobia

Es posible que por sus vivencias una persona sienta miedo irracional hacia una cosa muy particular. Una chica puede sentir un temor terrible hacia los perros porque fue atacada por uno de pequeña, y por más que le digan que un perro no es peligroso, siempre sentirá pánico en presencia de uno. Lo mismo puede pasar con las alturas, las agujas o hasta las cosas más insospechadas. A este tipo de temores los llamamos fobias (del griego phobos, que significa “miedo”) y suponen un desorden de ansiedad, o sea, una dolencia mental que puede ser tratada por un especialista. De hecho, te recomendamos que des tratamiento a tus fobias, si es que tienes alguna.

Pato
Anatidofobia: miedo a que en algún lugar haya un pato observándote. Este miedo es real y muy gracioso, a no ser que seas tú el que lo sufre.

Miedo al dolor

El sufrimiento físico nos genera uno de los rechazos más básicos, ya que a nadie le gusta sufrir dolor (salvo que seas un masoquista). Por eso, cada vez que percibimos algo que puede causarnos daño o algo peor nuestro cerebro nos pone en estado de alerta a través del miedo. Un aullido de un lobo, el sonido de una locomotora acercándose o el ruido de un disparo son estímulos muy comunes que activan nuestro miedo al dolor. Forma parte de un mecanismo de defensa que tenemos, llamado instinto de supervivencia, con el que nuestro cerebro nos dice «¡Peligro! ¡Ten cuidado o puedes salir malparado!»

Perro en casa en llamas
No seas como Toby y haz caso a tu instinto de supervivencia de vez en cuando.

Miedo a la pérdida

Por naturaleza, los seres humanos vivimos en sociedad y tenemos seres queridos. Estamos unidos con nuestros amigos, nuestros parientes y nuestra pareja a través de unos potentes vínculos emocionales. La idea de perder a un ser querido (por distanciamiento, enfermedad o un accidente) puede generarnos un temor muy razonable. El miedo más potente que ejemplifica esta causa es el miedo a quedarnos solos.

Solitario
Aquí uno de los mayores misterios de la historia… ¿Por qué jugamos al solitario?

Miedo al fracaso

Este temor está muy unido a los dos anteriores. Primero, porque el fracaso duele: quedar el último en una competición puede generarnos un tipo de sufrimiento emocional importante, y lo mismo pasa con todos los tipos de fracaso. Segundo, porque el fracaso suele suponer cierta pérdida: si tenemos un revés profesional grave es común sufrir pérdidas económicas y materiales. Pero lo que más potencia el miedo al fracaso es el temor de ser humillados. Sin duda, el “qué dirán” es una de las razones más importantes que nos pueden frenar para hacer algo nuevo y atrevido.

Zapatoparaguas
Si nadie hubiese vencido el miedo al fracaso nunca se habría inventado algo realmente útil, como la bombilla o… el Zapatoparaguas

Miedo a lo desconocido

Seguro que tu dormitorio es uno de los lugares en donde más seguro te sientes. ¿Te has preguntado alguna vez por qué? Nos encontramos más protegidos en lugares que conocemos, y lo mismo nos pasa con las personas y con todo tipo de situaciones. Estar en un lugar desconocido, en cambio, nos suele generar una sensación de incomodidad que, dependiendo de la situación, puede derivar en miedo. Este temor también puede estar potenciado por la oscuridad: al no poder percibir con la vista lo que nos rodea, la sensación de desconocimiento aumenta y el pavor puede ser muchísimo peor.

Oscuridad
Imaginación: tu virtud más desagradable en la oscuridad.

Consecuencias

El miedo provoca en nuestra mente y en nuestro cuerpo una potente reacción en cadena. Lo peor de todo es que ninguna de estas consecuencias son voluntarias: es algo que nos ocurre a pesar de que no lo deseemos.

Cuando percibimos  un estímulo amenazador (un perro rabioso, un estrepitoso ruido o el matón de la clase), nuestro cerebro libera una serie de sustancias químicas que producen reacciones variadas en todo nuestro cuerpo: aumenta nuestro ritmo cardiaco, se tensan nuestros músculos y sube nuestra frecuencia respiratoria.

Nuestra mente también experimenta grandes consecuencias cuando sentimos miedo: solo somos capaces de pensar sobre lo que nos aterroriza y nuestra atención se centra en ello y tiende a pasar por alto todo lo demás. Todo esto tiene cierta lógica, porque el cerebro nos está preparando para reaccionar ante la amenaza y sobrevivir. Básicamente, nos da dos opciones: luchar contra la amenaza o salir corriendo.

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