¿Qué es el arte barroco?

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Siguiendo los pasos del arte gótico y renacentista, el movimiento artístico barroco se extendió desde finales del siglo XVI hasta la primera mitad del s.XVII. Utilizado en sus comienzos como una calificación peyorativa, el Barroco -que en portugués significa ‘joya falsa’- tiene su principal característica en el recargamiento decorativo. En esta ocasión, fue la pintura la vertiente artística más característica. Pero, ¿Qué es el arte barroco?

Con el tiempo, el barroco ha ido tomando una mayor consideración entre los expertos, y ya no es valorado como un estilo desproporcionado que rompió con los parámetros perfeccionistas del arte renacientista, ni como el que posteriormente se opusieron los neoclásicos del siglo XIX. El arte vuelve a acercarse al hombre, buscando anclajes terrenales y una pasión por lo imaginativo que da un respiro al dolor psicológico que el ser humano acarrea, al tratar de alcanzar el virtuosismo. Además de en la escultura, pintura y arquitectura, el barroco empujó una revolución en literatura, danza y música, al son de la reacción religiosa que empujó la reforma protestante. No en vano, el barroco nació en la Italia contrareformista, como política plástica para luchar contra los luteranos, que se trasladaría más tarde a España para convertirse en el arte a la orden del poder real. A pesar de ello, también los reformistas y republicanos lo utilizaron como arma, aunque con múltiples diferencias entre ambas vanguardias.

Gracias a la obra de Descartes, este arte entiende que la naturaleza no es algo fijado, con un orden perfecto y regular, sino que cada hombre tendrá un pensamiento único con el que transforma lo que se le presenta. Por eso, el barroco tiene tantas vertientes, con abundantes elementos contradictorios entre autores singulares, diversidad de focos de luz y política artística. El artista no representa el mundo como es sino como lo ve, oponiéndose al renacimiento.

La arquitectura barroca, además de levantar iglesias, busca urbanizar y promocionar sus lugares icónicos. Aún con la sensación de majestuosidad que impera, sus materiales son pobres, pero muy diversos. La Basílica de san Pedro, cuya cúpula es de Miguel Ángel Buonarroti pero cuya composición fue remodelada por Carlo Maderna, es ejemplo obvio de la grandeza de la arquitectura, pero también los palacios y el urbanismo se convirtieron en muestra clara del barroco. En el siglo XVIII el estilo evolucionaría hasta el rococó, todavía más recargado en sus detalles. En otro orden de cosas, la escultura, como en estilos anteriores al renacimiento, se desarrolla a través de las bases de las creacciones arquitectónicas, así como en la ornamentación de ciudades: plazas, jardines o fuentes. Se utiliza tanto el mármol como la madera, y trata de escapar de la geométrica. Bernini se convirtió en el precursor de la escultura, gracias a su muy diferenciable ‘David’ -en el momento antes de lanzar la honda contra Goliath-, ‘Apolo y Dafne’ o la grandiosa tumba de Urbano VIII.

Pero es la pintura la que adquiere el rol prioritario del arte. Aparecen nuevas estructuras como los bodegones, paisajes, retratos y movimientos costumbristas, y se enriquece todo lo relacionado con la religión, donde se representan escenas que nunca habían sido retratadas. Prima el realismo y la teatralidad, evocar la pasión y la emoción a través de efectos lumínicos como el claroscuro o el tenebrismo y el protagonismo de los momentos más dramáticos. Incluso se atreven a engañar a la imaginación del que lo ve, gracias a trampantojos. Se torna naturalista pero sin idealizar sus imágenes.

Sin embargo, en los países absolutistas se erigió también como el movimiento más icónico de las monarquías absolutistas. De este modo, Velázquez, por ejemplo, se convirtió en el pintor de cámara de la corte española, como muestra su complicada ‘Las Meninas’, que mezcla retrato y autorretrato, de la mano de un juego de espejos muy singular. La técnica pictórica, por su parte, toma el protagonismo, tanto en óleos como en frescos. Incontables son los ejemplos de grandes pintores a lo largo de estos siglos, entre los que destacan Caravaggio, Rembrandt, Rubens, Poussin, y Vermeer.

En literatura, por su parte, se recargaron los versos, y se cultivaron los terceto, el cuarteto, el soneto y la redondilla. En música destacaron Bach, Vivaldi o Rameau.

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