Quién inventó el baloncesto?

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El baloncesto es el único deporte estadounidense del cual no hay duda acerca de quién lo creó. El señor James Naismith escribió las trece reglas originales del deporte en diciembre de 1891, como parte de una tarea en la escuela YMCA, ubicada en el pueblo de Springfield, Massachusetts; en el país de las barras y las estrellas. Naismith nació y creció en Canadá, pero se mudó a los Estados Unidos para perseguir su sueño de ser instructor de educación física, además de seguirse instruyendo en su fe cristiana.

Los inicios del baloncesto

La intención de Naismith al inventar el baloncesto era la de crear un juego que se pudiera disputar dentro de los gimnasios de la YMCA durante el invierno. En los primeros juegos había nueve elementos por equipo, quienes intentaban encestar un balón de futbol en canastas de duraznos clavadas en los extremos del gimnasio. Luego el balón del baloncesto evolucionó y llegó a ser lo que es hoy en sus diferentes versiones. Dicho sea de paso, las canastas pasaron a ser aros con red en 1902, lo cual también llevó al baloncesto a un deporte mucho más parecido al que vemos hoy.

Cuando alguno de los jugadores tenía éxito en anotar, una persona subía por una escalera para recuperar el balón. Lejos estaba esa novel edición del baloncesto de la estrategia y posiciones actuales, tales como base, escolta, alero, ala pivot, y pivot. Aunque se tiene que mencionar que en el baloncesto actual las posiciones tradicionales han perdido valor, esto en favor de jugadores plurinacionales que puedan jugar las cinco posiciones, tal como lo hace Draymond Green de los Golden State Warriors.

El primer partido en público se disputó en 1892, y fue un éxito inmediato. Esto hizo que el juego se volviera popular y comenzara a jugarse por toda la red global de escuelas YMCA. Tres años después, se disputó el primer partido colegial de baloncesto entre la Escuela de Agricultura de Minnesota y el Colegio Hamlin. En la rama femenil, el primer juego se disputó en 1896, entre las universidades de Stanford y Berkeley. La primera liga profesional se fundó en 1898, casi medio siglo antes de que se fundara la NBA en 1946.

Sin que sea necesariamente una crítica a su legado, trasciende históricamente que James Naismith hizo poco o nada para evolucionar el deporte que inventó. Pero sí pasó una década como el fundador del programa de baloncesto en la Universidad de Kansas, la cual es hasta el día de hoy una potencia en el baloncesto colegial. Superestrellas actuales como Andrew Wiggins y Joel Embiid provienen de esa universidad, este último y su equipo están dentro del top 10 para ganar el título en las apuestas de la NBA de Betway, en donde a 3 de julio tienen una cuota de 21.00 en Betway.

El baloncesto y el resto del mundo

Los estadounidenses inventaron el baloncesto y son los mejores exponentes del deporte, así lo deja en claro el hecho de que hasta la fecha son el país que más ha ganado el campeonato mundial de baloncesto, con cinco preseas doradas. La desaparecida Yugoslavia también ganó títulos mundiales, pero los estadounidenses han subido más veces al podio, lo hicieron en quince ocasiones, en tanto que los balcánicos solamente en diez oportunidades. La ex Unión Soviética ganó tres oros, tres medallas de plata, y dos de bronce; pero como Rusia no han podido establecerse como potencia.

A diferencia cómo era la situación hace tres décadas, la NBA de la actualidad tiene un gran número de jugadores europeos participando en condición de estelares, y desde el año 2000 es una constante verlos como líderes de sus equipos. Uno de los pioneros y primeros en abrir punta fue el fallecido Drazen Petrovic, quien fue de los mejores de la NBA de 1991 a 1993, cuando jugó para los New Jersey Nets. Después del croata llegaron Toni Kukoc, Rik Smits, Detlef Schrempf, Peja Stojakovic, Vlade Divac, Zydruas Ilgauskas, Arvydas Sabonis, Tony Parker, Pau Gasol, Marc Gasol, Ricky Rubio, Luka Doncic, y Dirk Nowitzki.

De ser un juego que se jugaba en canastas de duraznos a convertirse en un fenómeno global, es un hecho que el baloncesto se convirtió en algo más grande de lo que James Naismith jamás se imaginó, y el mundo tiene mucho que agradecerle por eso.

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