Capital de la República Checa, el encanto de Praga es inigualable. Sus callejuelas peatonales y tranvías nos transportan a una ciudad sacada de un cuento de hadas que sabe mezclar con acierto la arquitectura más moderna (la Casa Danzante) con los parajes más clásicos (El castillo gótico de Praga, La sinagoga de Jerusalém…).
El mejor consejo para disfrutar de la ciudad es perderse por ella, sin preocuparse por el destino ni el tiempo. Aunque olvidarse de la hora será imposible si te encuentras cerca de la amplia Plaza de la Ciudad Vieja, donde se erige la famosa Torre del Reloj Astronómico de Praga, que da las horas puntualmente y con gran algarabía, atrayendo la atención de todo turista ensimismado, a la espera de ver danzar sus figuritas para, a posteriori, poder contemplar Praga desde lo alto de su campanario. Éste es el ejemplo más conocido de la que algunos denominan la urbe de las cien torres. Una ciudad que tampoco se queda corta en cuanto a número de puentes. No en vano, algunos autores han llegado a contar hasta trescientos puentes, que se encargan de conectar sus dos márgenes. Viaductos llenos de historia como el mágico Puente de Carlos, que se pueden cruzar a pie o en una de las acogedoras y románticas barcas que cruza sus canales.
Cuna e inspiración de Kafka, Mozart y Mucha, los autores y su arte están presentes en cada esquina de esta metrópolis bohemia muy preocupada por su huella cultural, y llena de museos. Imposible será marcharse de Praga, además, sin haber disfrutado de uno de sus originales Teatros Negros, inteligibles en cualquier idioma aún sin saber articular palabra en checo.
Aunque, sin duda, un buen alojamiento nos hará disfrutar más de unas vacaciones por esta ciudad imprescindible de la Europa del este. Apartamentos como los de Oh-Prague son una opción más que recomendable para aprovechar la estancia al máximo, gracias a su asequible precio y su excelente calidad. ¡Disfruten su estancia! Y una última recomendación: ¡piérdanse en Praga!