Las comidas copiosas a menudo finalizan en la degustación de algún licor o bebida, ya sea como postre o como acompañamiento.
Históricamente se han consumido bebidas tras las comidas con el fin de ayudar a la digestión. Estas bebidas y preparados no hacen fácil la digestión por sí mismos, pero ayudan a realizar el proceso.
En la edad media se ingería una bebida de nombre hipocrás, con este objetivo. Esta bebida compuesta por vino, azúcar y especias se tomaba por la creencia de que las especias ayudaban a digerir alimentos y el azúcar porque por aquel entonces se consideraba medicina.
Con el paso del tiempo los licores e infusiones han copado el consumo tras la comida. Desde entonces las denominadas bebidas digestivas ofrecen como beneficio fundamental prevenir la flatulencia y el meteorismo estomacal.
Entre las infusiones digestivas se conocen las propiedades de la manzanilla, linaza, tilo y menta que se recomienda endulzar con azúcar o miel.
Pero existen otras opciones:
- El té de anís y orégano, perfecto para luchar contra los gases
- La infusión de alhucema se utiliza para evitar indigestiones
- El té con hierbabuena se considera digestivo, pero si se acompaña con limón se consigue un efecto relajante en el aparato digestivo
- Ante una indigestión un método popular indica que se debe mezclar media cucharada de perejil picado en un vaso de agua caliente
No obstante, además de las infusiones hay muchos licores y cremas con propiedades similares. Los licores de hierbas son un clásico entre las bebidas digestivas después de comer. Pero las cremas, cada día más comunes, basadas en leche o crema de leche también tienen sus beneficios. Incluso existen cócteles que pueden cumplir estas funciones.