¿Por qué se deterioran las hojas de los libros?

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Seguro que muchos guardamos libros o periódicos antiguos, ya sean de nuestra infancia o pertenecientes a nuestros antepasados. Muchas veces el paso del tiempo hace que las hojas se amarilleen y se vuelvan más frágiles y quebradizas. No te extrañes, sucede también con un tercio de los ejemplares que se guardan en grandes bibliotecas.

La razón por la que sucede esto se debe en gran parte a la acidificación creciente del papel, que, hasta mediados del siglo XIX, se fabricaba a partir de algodón y lino, plantas con un alto contenido en celulosa. A partir de esta fecha y debido a la gran demanda que se empezaba a producir de papel (la cultura comenzaba a ser accesible para todas las capas de la sociedad), los fabricantes tuvieron que ingeniárselas y ponerse manos a la obra para buscar un componente más barato, y lo encontraron con la pulpa de madera, una fuente barata de celulosa.

La madera, al contrario que el lino y el algodón, posee lignina, un polímero presente en las paredes celulares de muchas plantas. Esta sustancia polímera ha de ser eliminada mediante productos químicos que de alguna manera acidifican el papel, lo que hace que la celulosa se hidrolice y que su grado de polimeración disminuya, en definitiva, haciendo la página más frágil y quebradiza.

Además, las tintas y otros agentes químicos usados en la producción de papel, aparte de ciertos contaminantes atmosféricos, hacen que el proceso de envejecimiento de las hojas se acelere. A pesar de ello, no hay nada como tener un libro centenario entre manos, cuyo desgaste le da un plus de sentimentalismo a la lectura de éste.

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